sábado, 21 de noviembre de 2015

Hōjōki 方丈記


Hōjōki es un gran trabajo de la literatura testigo( llamada así por Alan Jacobs, deriva de la capacidad primaria de nuestra imaginación para comprender la realidad espiritual) de la época medieval japonesa escrito por Kamo Chomei( 鴨長明, 1155-1216).

                        La corriente del río
                        jamás se detiene,
                        el agua fluye
                        y nunca permanece la misma

            De esta manera comienza la obra y estas líneas son unas de las entradas más familiares de la literatura japonesa; melodiosas y suaves, ellas prefiguran el lenguaje que es utilizado. Allí canta que nada en este mundo es permanente, todo cambia en el tiempo, todo está en el principio de la causalidad: perece y desaparece, nace y crece.
            Kamo Chomei fue un poeta y crítico de la poesía japonesa, una de las mayores figuras de la historia de la literatura japonesa. Luego de que su padre muriera se dedicó a las artes y se convirtió en fiel discípulo del poeta Shun-e. Adquirió buena reputación como poeta y músico y poco después de establecer su rumbo, vivió primero durante cinco años en las colinas de Ohara. Más tarde construyó una cabaña en las inmediaciones de Hino, al sureste de la capital, donde terminó su conocida obra.




            Hokoji fue escrito en 1212, cuando el autor estaba en sus 58 años. Es un trabajo organizado en tres partes principales, una unión de relatos de la época y testimonios personales. La primera cuenta una serie de calamidades, observadas personalmente por Chomei, que rebasan a Kyoto en los finales del periodo Heian. La última parte es un recuerdo de los pensamientos y la vida de Chomei cuando transcurría su deceso del mundo en las montañas del sureste de la capital; una vida que puede dividirse en dos: por un lado el desheredamiento por parte de una familia eclesiásticamente prominente, y por el otro el deseo de encontrar un significado y la paz en un mundo no material:


                        Todos los actos humanos son insensatos,
                        mas gastar riqueza y atormentarse
                        por edificar una casa en esta arriesgada ciudad
                        es sobre todo absurdo.

                        [...]

                        En los cuarenta años o algo así,
                        desde que llegué a la edad
                        de comprender el corazón de las cosas,
                        he presenciado
                        muchos sucesos extraordinarios .
            Estas dos partes están unidas por la descripción mordaz de la condición humana, exhibe los desastres que ocurrieron en esa época tal como tormentas, terremotos, plagas, frío. Hay una vívida descripción del gran fuego que azotó la capital de Japón en 1177 :

                        El viento se movió con furia
                        sin rumbo fijo
                        y el fuego se extendió
                        como un abanico desplegado.

                        Las casas lejanas
                        se ahogaron en espiras de humo.
                        Más cerca, voraces llamas
                        vapulearon la tierra.

                        ¡El cielo todo carmesí!
                        Las cenizas levantadas brillaron
                        iluminadas por el fuego.

                        [...]
            Chomei es un maestro de su propia experiencia. La realidad solo depende de nuestra mente: “no debemos apegarnos a nada”, “Si la mente no se halla en paz,     ¿para qué sirven las riquezas?”. Al analizar la estructura del poema el lector se encuentra con una primera parte que es representada como un mundo de terror y dolor sin límites. En la tercera y última parte, en un mundo de no apego material, existe una paz simple e interior gracias a los cuestionamientos realizados entre estas dos partes.
            La mente es la cual oscila entre los dos espejos del mundo. Al comienzo los elementos budistas: tierra, agua, fuego y aire son vistos como una amenaza. Pero en la tercera parte las mismas fuerzas naturales se perciben con más suavidad :

                        La lluvia matutina
                        se siente como una tormenta
                        que golpea las hojas

            Pero no es el mundo que ha cambiado y ha decidido cómo debe vivir el hombre. Tal como dice Chomei, no hay respuestas simples. Cosas terribles siempre ocurrirán. Pero no importa la realidad objetiva, cómo elegimos percibir nuestra vida, fortuna y como elegimos actuar en ese momento depende de nosotros. Si podemos mantener el espíritu en calma, podemos tomar decisiones correctas, actuar con razón y alcanzar la paz en poco tiempo.

Para finalizar, les comento que existe una réplica de la choza en donde Chomei paso sus últimos días de vida y puede ser visitada. Se encuentra en el santuario Kawai.




Saludos queridos lectores.


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